El Sábado 18 de Junio de 2005, miles de personas se congregaron
por la tarde en el paseo de la Castellana de Madrid, para asistir al
concierto de Carlinhos Brown.
El carnaval de Carlinhos se convirtió en la
fiesta del agua.
Los bomberos, auténticos reyes del evento, eran aclamados por
las multitudes sedientas que reclamaban agua, más agua. Representando
en la vida real lo que debe de ser la fantasía favorita de
un bombero. Estos, en respuesta al fervor de la juventud enardecida,
regaban (en el sentido más literal) con su precioso líquido
a los sudorosos admiradores, como si quisieran limpiarlos de todas
sus penas o convertirlos en pececitos de colores que la corriente
empujase hasta el mar o hasta la siguiente plaza.